El Defecto Óseo Traumático (DOT), constituye alrededor del 1% de todas las lesiones quísticas de los maxilares; ha recibido diversos nombres que tratan de explicar la naturaleza controvertida que posee, dentro de los cuales se encuentran: quiste óseo traumático, cavidad ósea, quiste óseo solitario, quiste hemorrágico y quiste óseo unicameral. Estos diferentes nombres indican que la etiopatogenia subyacente no está bien definida. Podemos decir que no corresponde a un quiste verdadero sino a un pseudoquiste o a un defecto óseo que se puede encontrar tanto en los maxilares como en los huesos largos del cuerpo y se caracteriza por la ausencia de epitelio de revestimiento.
Clínica
La mayoría de las lesiones casi siempre son asintomáticas y es infrecuente observar un abombamiento de las tablas óseas o asimetría facial. Las piezas dentarias involucradas se presentan vitales o pueden presentar una sensibilidad disminuida.
Radiología
El Defecto Óseo Traumático da una imagen de radiolucidez irregular, bien circunscrita, no corticalizada y de tamaño variable. La mayoría de las veces unilocular, aunque también es posible encontrar la variedad multilocular y por lo tanto, se debe establecer el diagnóstico diferencial con un Queratoquiste.
En la mayoría de los casos el quiste óseo solitario aparece como una lesión radiolúcida con bordes irregulares pero bien definidos, que está mezclada con el hueso esponjoso de apariencia normal y puede estar parcialmente esclerosada. La característica principal del quiste óseo solitario es el «efecto festoneado» cuando se extiende hacia las raíces dentales, aunque también se ha encontrado que esta línea festoneada está presente incluso en zonas edéntulas. Matsumura y cols. describieron una «doble línea» circunscribiendo la lesión en radiografías de 19 casos.
Se ha reportado que en huesos largos en los cuales el quiste óseo solitario se presenta con margen festoneado, ocurre un mayor índice de recidiva que en los quistes óseos solitarios con margen liso, lo anterior no ha sido evaluado en la mandíbula. Por tanto un margen festoneado es un signo de posible recidiva aunque éste no debería ser confundido con el festoneado interdental asociado con una lámina dura intacta.
La pérdida de la lámina dura es vista predominantemente en pacientes arriba de los 30 años de edad y mínima en gente más joven.
Otra de las características radiográficas es que la lesión se propaga extensamente a lo largo del cuerpo mandibular sin expansión de hueso; las corticales se vuelven delgadas debido a la erosión endostal. No hay desplazamiento de los dientes adyacentes, divergencia de las raíces dentales o pérdida de la lámina dura la mayoría de las veces. La reabsorción radicular es rara (0-8.7%) y puede provocar la desaparición de la lámina dura en un 16-62% de los casos. En algunos casos estudiados el canal mandibular desaparece parcialmente sin desplazamiento y en otros se sospecha del desplazamiento de dicho canal.
Mathew y cols. concluyeron que el desplazamiento del canal podría ser el resultado del incremento local de la presión osmótica subsecuente a una descomposición de productos hemolíticos, o que el canal puede ser empujado lingualmente por la formación de un hematoma intraóseo subsecuente a trauma; ambos mecanismo podrían apoyar la etiología del quiste óseo solitario por trauma.
Matsumura y cols. mencionan que en su experiencia, el quiste óseo solitario se vuelve radiopaco al pasar el tiempo porque ninguna lesión radiopaca fue observada en radiografías panorámicas en pacientes jóvenes.
Furukawa y cols. establecieron que el quiste óseo solitario puede ser dividido radiográficamente en tres tipos y también que cada uno tiene diferente etiología; tipo I: representa las características radiográficas típicas y es originado de una hemorragia intramedular; tipo II: muestran expansión lateral del hueso, cuerpos calcificados y tiene una cavidad vacía causada por degeneración quística por una lesión fibro-ósea; tipo III: lesiones radiolúcidas mal definidas en una displasia fibrosa por degeneración focal en el proceso de la formación ósea.
En casos de quiste óseo solitario de la mandíbula concomitante con displasia ósea florida, cementomas, odontomas, hipercementosis, displasia cementaria periapical y tumor mesodermal se ha observado expansión de las corticales.
Tratamiento
En cuanto al tratamiento, podemos decir que es de tipo exploratorio y generalmente basado en la realización de una biopsia confirmatoria del diagnóstico. En aquellos casos que existe una certeza de su diagnóstico, se mantiene una conducta expectante en relación con su resolución.
La terapia empleada normalmente para el manejo del quiste óseo traumático, hemorrágico o quiste simple de hueso consiste en el curetaje óseo para la obtención de hemorragia y posterior organización del coágulo sanguíneo. De acuerdo con la consulta de la literatura, este tratamiento provee, en la mayoría de los casos, pronósticos favorables y ofrecen como resultado una reparación ósea completa sin recurrencia en este tipo de lesiones. Existen, sin embargo, algunos estudios como el de Horner y colaboradores y el de Baqain y colaboradores, donde se publicaron dos series de casos, en los que reportan recidiva del quiste en la mandíbula después del tratamiento con curetaje óseo. Se considera necesario buscar nuevas opciones terapéuticas para manejar esta patología
Es importante el conocimiento de las consideraciones radiográficas del defecto ósea traumático, tanto para su diagnóstico definitivo como para u adecuado abordaje quirúrgico.
Figura 1: a) Radiografía panorámica, tomada 1 mes antes de iniciar el tratamiento de ortodoncia. Nótese la presencia de una imagen radiolúcida que compromete la región sinfisiaria. b) Radiografía panorámica, tomada 1 año después instalación de la aparatología ortodóncica, se observa un aumento de la imagen radiolúcida que festonea las raíces de los dientes adyacentes.
Figura 2: a y b) Tomografía computarizada; las imágenes 3D demuestra alteración de la arquitectura ósea en la zona de sínfisis mandibular.
Figura 3: a y b) Tomografía computarizada. Imagen panorámica y corte transversal, revelando la extensión de la lesión.
Figura 4: Punción aspiración de la lesión (líquido sanguinolento).
Figura 5: a) Imagen intraoperatorio, donde se observa adelgazamiento de la cortical externa. b) Aspectos de la cavidad ósea, tras la apertura.
Figura 6: a y b) Tomografía computarizada. Imágenes postoperatoria 17 meses después de la intervención mostrando una regeneración ósea en el área afectada.
Referencia:
- Chrcanovic BR, López Alvarenga R, Freire-Maia B. Quiste óseo simple: reporte de un caso y revisión de la literatura. Av. Odontoestomatol 2011; 27 (4): 207-213.
- Wong-Romo G y cols. Quiste óseo solitario mandibular. Revista Odontológica Mexicana 2016;20 (2): 114-122
Autores: C.D Luis Alberto Cueva, Mg. Esp. Andrés Agurto Huerta